Argentina: fiesta, fútbol y goles
Ese abrazo entre Messi y el Kun Agüero, amigos desde las selecciones juveniles, simboliza el final de Argentina. El Kun se acaba de perder el quinto tras una maravillosa jugada en la que Messi acompañó, pero como espectador. La pelota se fue apenas afuera. Una lástima: habría sido el final perfecto para la película de Argentina, la albiceleste del fútbol y los goles. La Argentina que ya prácticamente está en los octavos del Mundial, aunque las matemáticas digan que aún se debe esperar a la última fecha para certificar la clasificación. Ellos, los dos amigos, terminan abrazados como si esa pelota hubiera entrado y la gente los ovaciona.
Ahora es el tiempo de Maradona. Diego es el que besa a todos y cada uno de sus jugadores en el final. Y acapara todos los flashes y las cámaras de TV. Abraza con especial énfasis a Demichelis, autor de un error que le pudo costar demasiado caro a la Argentina pero que quedó olvidado y sepultado por la goleada final. Una de las principales virtudes de Diego es apoyar a sus jugadores en todo momento. Y precisamente por eso fue el central del Bayern Münich el más reconocido por el entrenador en el festejo final. Lindo gesto.
A pesar de la goleada final, a pesar de los tres goles de Higuaín, a pesar de la fiesta en las tribunas donde los argentinos fueron inmensa mayoría entre los 82 mil espectadores que llegaron al Soccer City, el partido no fue tan fácil para la albiceleste. Es más, en varios pasajes del juego sufrió por los ataques coreanos que tuvieron su chance de igualar, sobre todo en los primeros 20’ del segundo tiempo. Pero el acertado cambio de Maradona, Agüero por Tévez, enseguida rindió sus frutos y el Pipita liquidó el partido en una ráfaga de cuatro minutos. Confianza de goleador.
Todos atrás
La sorpresiva Corea que le había ganado en muy buena ley a Grecia, parece haberse quedado en el hotel. La que sale a jugar contra Argentina es otra, una que ni siquiera se anima a cruzar la mitad de la cancha y espera a su rival, demasiada agazapada. La orden, cumplida a rajatabla, fue: todos atrás.
Di María y Tévez son los más inquietos ante esa cerrada defensa. El caso de Di María es extraño: en veinte minutos toca más pelotas que todo el partido ante Nigeria y hace gala de su habilidad. Parece que si no le hace un túnel a un rival, no vale la jugada. Por eso, cada avance suyo, además de servirle al equipo, es un aporte a la estética del juego. ¿Lo habrá incentivado su recién confirmado pase al Madrid? Podría ser… Florentino, si vio el partido, ya se debe estar refregando las manos.
Argentina buscó y buscó en los primeros minutos hasta que uno de los tantos Park que juegan en Corea, en este caso Chu Jong, hizo justicia… en su contra. Quiso despejar un centro de Messi y la pelota salió en la dirección exactamente inversa a la que intentó darle: rumbo la red de su arco.
El gol no detuvo al ataque del equipo argentino. Al contrario, siguieron jugando en ofensiva como si estarían perdiendo, con Tévez como abanderado. El “Apache” pelea por cada pelota con todos (rivales y compañeros) y hasta parece más veloz que los veloces coreanos. Para pararlo, hay que pegarle. Y un violento tiro libre suyo estuvo a punto de convertise en el segundo tanto albiceleste. Los hinchas se rompen las manos para aplaudir al “jugador del pueblo”.
Corea cambió su esquema tras el gol. Más decidida, empezó a apostarle también al arco rival. Así el partido se hace entretenido, de un lado al otro. Pero es Argentina la que vuelve a golpear: Higuaín inicia su hat trik con un cabezazo libre de marca.
Se lo pierde Messi y todo parece listo para la fiesta argentina, equipo decidido a “matar” el partido antes del entretiempo. Pero demorará un poco más, porque Demichelis comete un error de escuela de fútbol y le sirve el gol a Chung Yon. Otra vez, el partido estaba vivo.
Sin mayores cambios, el segundo tiempo ofrecerá más emociones. Y hubo varios minutos en el que los coreanos estuvieron a tiro del empate. Primero con un tiro libre de Chu Yong y después con un remate de Ki Hun, quien había ingresado sólo por derecha. Argentina perdió el medio y los coreanos de la mano de Ji Sung Park y Jung Wo se animaron cada vez más.
Messi, Kun, Higuaín = Goles
Una variante cambia el rumbo del partido. El Kun Agüero entró enchufado como pocas veces con la camiseta argentina y será clave para definir la suerte del juego. Ingresó en el 75 y fue vital colaborador en la ráfaga de cinco minutos de fútbol y goles que tuvo la albiceleste. En el primero, rubricó con Messi una gran jugada que el arquero y el poste se lo negaron a la Pulga. Pero el rebote le quedó al 9 argentino, que siempre está donde tiene que estar. ¿Resultado? Tercero de Argentina, segundo del Pipita.
No hay respiro: cuatro minutos más tarde, otra vez se juntan Messi y Agüero y el pase del Kun es perfecto para que Higuaín se convierta, de cabeza, en el goleador del Mundial: triplete y goleada albiceleste.
¿Algo más se le puede pedir a Argentina? Sí, el Kun quiere rubricar sus 15 minutos de furia con un gol. Hace una maravillosa jugada que sale apenas desviada. El abrazo de Messi es el mejor consuelo ante una multitud que no termina nunca de aplaudirlos.
18 jun 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario