Bombonera City


El Soccer City es mucho más grande que la Bombonera de Buenos Aires pero la pasión es casi la misma. El templo del fútbol sudafricano se viste de celeste y blanco. Los coreanos son una minoría en comparación a los que llevan puesta la albiceleste. Y si se tiene en cuenta que los hinchas Bafana Bafana también estuvieron del lado del equipo de Messi, Argentina fue tan local como en la mismísima Buenos Aires, en el mítico estadio de Boca.


Messi cae bien a los aficionados al fútbol. En general. Su magia con el balón no sabe de fronteras ni de colores. Por eso ayer, hasta los mismos coreanos, rivales circunstanciales lo aplauden y suspiran ante cada jugada. Y los sudafricanos festejan cada amague o regate de la Pulga a su modo: sí, soplando la vuvuzela. No podía ser de otra manera

Los jugadores argentinos saben cómo levantar a su hinchada. Di María, con los túneles; Tévez, con su garra; Messi, con su magia; Higuaín, con sus goles. Y Maradona, con su sola presencia: Por eso el grito más repetido es “Vení, vení; cantá conmigo; que un amigo vas a encontrar; que de la mano; de Maradona; todos la vuelta vamos a dar”. Y lo siguen al Diego como su fueran sus propios hijos. A propósito, su hija Dalma está sentada justo atrás del banco de suplentes. Papá Maradona la saluda y ella alienta como una hincha más: la familia unida. Y salta más que nadie cuando se canta: “Y ya lo ve; y ya lo ve; el que no salta, es un inglés”. El archirrival, siempre está presente.

El Soccer City no para de saltar cuando Higuaín marca su hat trick. El revoleo de ropa, otra marca registrada de las hinchadas argentinas, se ve como un espectáculo curioso en Johannesburgo. Y no son pocos los sudafricanos que los imitan con las vuvuzelas. El estadio parece cobrar vida propia.

Fiesta completa: banderas, camisetas y gorros celestes y blancos al aire. Corazones ardientes y gargantas afónicas. Igual a la Bombonera… pero con vuvuzelas.
18 jun 2010

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