“Que de la mano de Maradona, todos la vuelta vamos a dar…”. Cientos, miles de argentinos, aflojan sus emociones y descargan sus garganta. El Ellis Park, mítico estadio del rugby sudafricano, se pinta de celeste y blanco por varios minutos. Algunos, desafían la temperatura y hasta se sacan la camiseta para revolearla. Es el final del partido y él es el principal protagonista a pesar de no haber jugado. Maradona responde a los hinchas con las manos en alto en el centro del campo, allí adonde fue a abrazar a sus jugadores. El primer paso está cumplido. Falta mucho, un montón, pero siempre es muy importante, casi vital, empezar ganando. Y Argentina lo hizo. Con algún sufrimiento sobre el final, pero lo hizo.
“Que de la mano de Maradona, todos la vuelta vamos a dar…”. Cientos, miles de argentinos, aflojan sus emociones y descargan sus garganta. El Ellis Park, mítico estadio del rugby sudafricano, se pinta de celeste y blanco por varios minutos. Algunos, desafían la temperatura y hasta se sacan la camiseta para revolearla. Es el final del partido y él es el principal protagonista a pesar de no haber jugado. Maradona responde a los hinchas con las manos en alto en el centro del campo, allí adonde fue a abrazar a sus jugadores. El primer paso está cumplido. Falta mucho, un montón, pero siempre es muy importante, casi vital, empezar ganando. Y Argentina lo hizo. Con algún sufrimiento sobre el final, pero lo hizo.
Da para ilusionar esta Argentina de Maradona y Messi, esta pareja tan despareja que ha formado el Mundial de Sudáfrica. Manejó por momentos a su placer la pelota y sobre todo se vio a Messi muy enchufado. Tuvo destellos de genio, asistió a compañeros y mostró sus apiladas patentadas. Fue el mejor, pero… ¿y el gol? Fue lo único que le faltó pero hubo un “culpable” casi exclusivo: un portero llamado Vincent Enyeama, que ataja en una liga menor, la israelí, y ayer se coronó de manera internacional. Él se empeñó en que el debut de la Pulga en este Mundial quedara acéfalo de goles…. Pero queda un consuelo: si Messi continúa en este nivel, ya vendrán varios gritos.
Argentina tuvo unos primeros minutos fantásticos, de película. Hizo todo bien: rotar la pelota con seguridad, mover de un lado a otro a la confundida defensa nigeriana, tener profundidad. Llegó el gol a los 6’ y pareció el mundo del revés con el intercambio de roles: el Pipita Higuaín fue quien falló las definiciones y Gabriel Heinze el que acertó. Fue un penal de cabeza del ex Madrid (certero testarazo desde el punto de los 12 pasos) y fue la única fisura que vio el excelente portero nigeriano. ¿Jugada preparada por Maradona? Quizás, lo seguro es que el centro de la Brujita Verón fue perfecto.
Messi se adueñó del equipo y esa es una muy buena noticia para Argentina. Es lo que siempre le requirieron los hinchas de la albiceleste que veían como brillaba en Barcelona pero desaparecía en su equipo. Ayer fue todo lo contrario, se convirtió en la figura de Argentina y mereció irse con algún festejo propio.
Se aquietó el partido tras el gol y paulatinamente Argentina fue perdiendo brillo; apenas lo despertaba algún que otro destello “made in” Messi, seguido de la ovación en las tribunas. Los otros hombres ofensivos no estuvieron a su altura: El Pipita Higuaín, extrañamente errático, Di María desparecido, y Tévez voluntarioso pero desordenado, no fueron los acompañamientos ideales para el 10. Eso sí, las veces que lograron triangular fueron un dolor de cabeza constante para los defensores africanos.
Amplio dominio y a sufrir
Las frías estadísticas muestran que Argentina debió ganar por más goles. Fueron 7 tiros al arco contra uno del rival y un 58 por ciento de posesión del balón.
Pero lejos estuvo de ser todo color de rosa en el debut mundialista del Maradona DT. También sufrió y Nigeria tuvo algún chance para empatar el juego. Cada ataque de Nigeria era un dolor de cabeza en el banco albiceleste, sobre todo si llegaba por el lado de Jonás Gutiérrez. El del Newcastle fue el jugador más perjudicado del esquema superofensivo que presentó Maradona, que salió a jugar con 4 hombres de ataque. Jonás debió desdoblarse por derecha y eso le restó rendimiento. No está acostumbrado a ser marcador y por su costado, el derecho, el ataque nigeriano encontró su manera de dañar al fondo argentino.
Sin embargo, Nigeria nunca fue equipo totalmente decidido a empatar y a pesar de ir perdiendo terminó esperando a una Argentina que seguía desperdiciando chances. Por momentos, el esquema del sueco Lagerback se pareció a aquel que presentó el Inter de frente al Barcelona en las semifinales de Champions. Dos líneas de cuatro bien pegadas con especial atención en Messi. Pero en eso sí que no se pareció nada a aquel esquema del técnico portugués. Ayer Messi si pudo desequilibrar a sus marcadores.
Con Verón algo cansado y Milito con pocos minutos para reemplazar a un Higuaín con la pólvora mojada, Argentina fue manejando el final del partido y la fiesta empezó a adueñarse de las tribunas, con amplia mayoría de sudamericanos. Esta vez los cantitos típicos de los gauchos les ganaron a las vuvuzelas…
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