Un pequeño y pobre país del corazón de África puede más que el poderoso imperio estadounidense. Sólo en las películas y… en el fútbol. El deporte es lo único que puede igualar las desigualdades del mundo actual. Y lo hace con justicia: Ghana fue más y mejor equipo que Estados Unidos y el continente anfitrión tendrá representante en los cuartos de final. Allí lo espera Uruguay.
Esa estrella negra que está en el medio de todas las banderas ghanesas y que le da origen al apodo de este equipo, flamea en Rustenburgo. Y también en toda Sudáfrica. El continente parece unido para el triunfo ghanés. Será la primera vez de este país en cuartos de final de un Mundial y la tercera vez en la historia que un equipo africano estará en esa instancia.
Ghana salió hecha una furia a jugar el partido. Y le respondió a todos aquellos que decían que jugaba lindo pero que no pateaba al arco. El primer remate, excelente, fue a los 6 minutos de Boateng y fue directo a la red. Fue el 1-0 ante una sorprendida Estados Unidos.
A partir de ese gol, los africanos dominaron el mediocampo. Perdidos Bradley y Dempsey ante la velocidad y técnica ghanesa, el técnico Bob Bradley no esperó al segundo tiempo para realizar variantes ofensivas. A los 30’ hizo ingresar a Maurice Edu por Clark para adelantar al equipo.
La única peligrosa de Estados Unidos fue una entrada de Findley por derecha. Pero el portero Kingson ganó el mano a mano y también los aplausos de la tribuna.
Ghana hizo su negocio: Asamoah corrió como un rayo, Gyan fue un peligro latente para la última línea norteamericana y Ayew fue la pesadilla negra. Pocas veces pudieron pararlo cuando dominaba en carrera el balón.
Estados Unidos salió a jugar el segundo tiempo decido a empatar. Y transformó a Kingson, el portero ghanés, en una de las grandes figura del partido. Su atajada a Feilhaber estará entre las mejores del Mundial.
El empate americano
Una gran jugada de ese gran jugador que es Dempsey pudo cambiar la historia. Con túnel incluido, se fue decidido al área y provocó que Mensah nlo bajara. Claro penal que convirtó Donovan a su estilo, con maestría. Y también con suspenso: la pelota rebotó en el palo y entró. En ese momento, se notó como nunca la multitud de hinchas que Estados Unidos trajo a esta ciudad. El estadio apareció unido bajo las banderas de la barras y las estrellas, cuyos aficionados fueron amplia mayoría entre los 35 mil espectadores que llegaron anoche a ver en vivo los octavos.
Estados Unidos empezó a manejar el partido tras el empate. ¿La clave? Bradley se asentó en la mitad del campo y Altidore y Edu aparecían cada vez con más peligro. El propio gigante Altidore se lo perdió en un extraña jugada: le pegó cuando estaba cayendo y la pelota se fue apenas desviada. Hubiera sido un hermoso gol de chiripa.
Tiempo extra y golazo
En el tiempo extra, se repitió la misma historia que en los 90’ reglamentarios. Ghana aprovechó la primera ocasión que tuvo y otra vez se puso enseguida en ventaja: esta vez gracias a Gyan, quien marcó su tercer gol del torneo después de ganarle en carrera y dejar con la boca abierta a Carlos Bocanegra.
El sueño americano se derrumbaba a medida que el partido se convierte en un laberinto de emociones. Feilhaber se lo perdió tras un centro y pocos lo pueden creer.
Los jugadores ghansese parecieron en algún momento a los de El Salvador en aquel “famoso” partido contra Costa Rica. Se tiran todos acusando lesiones y así abusan del “fair play”. Al final, cansado de sus rivales, Donovan ya no tira más la pelota afuera y decide hacer caso omiso a los rivales tirados. Pero ya no hay más tiempo…
Es el final. Ghana es un sentimiento hecho baile. Mick Jagger y Bill Clinton, en los palcos, no lo pueden creer. Y se van lamentando la derrota. Si, el débil fue por una vez, más que el poderoso Estados Unidos. Y el único imperio en este estadio, es el africano.
27 jun 2010
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