Cómo no festejar así enloquecido como “Tacuara” Cardozo, autor del último penal. Cómo no llorar como el “Tata” Martino, creador de este milagroso Paraguay. Cómo no saltar como locos como esos hinchas desbordantes de emoción en las plateas. Los guaraníes se metieron por primera vez en su historia en cuartos de final de un Mundial. Sólo así se explica tanto festejo. Afuera quedaron los japoneses de la manera más despiadada: en la definición por penales.
Era un partido, que antes de empezar, se sabía especial: Ni Japón ni Paraguay habían jugado nunca unos cuartos de final. El premio para el ganador era demasiado tentador. Y quizá por eso fue así el juego: nervioso, trabado, luchado, peleado. Casi siempre en la mitad del campo. Se jugó mucho con el corazón y poco con la razón. El resultado fue lógico a lo largo de los 120 minutos: 0-0.
La iniciativa la tomaron los sudamericanos y los Samurais empezaron agazapados, esperando dar el golpe en su momento, como en todo el campeonato. Su fortaleza es la velocidad y ese talento de pelo pintado llamado Honda…
En los primeros 20 minutos no pasó nada. Absolutamente. Paraguay manejó el balón pero en mitad de cancha vía Ortigoza y Riveros pero ni pisó el área. Japón, deslucido, apostaba a un pelotazo. Nada… Pero en dos minutos, se despertó el partido y se acabaron los bostezos en las tribunas del Loftus de Pretoria. Primero Lucas Barrios hizo un dribbling de su sello dentro del área y el portero Kawashima le sacó el gol. Después fue Matsui quien probó en el otro arco y su pelota se estrelló en el travesaño.
De a poquito y en silencio, casi desapercibido, Japón fue adelantando sus líneas. La referencia siempre fue Honda. Es como si los ataques nipones no valieran si la pelota no pasara por él. A veces, pecó de egoísta. Como cuando hilvanaron la mejor jugada asiática y no le cedió el pase a un solitario Okubo. El gol, cada vez más lejos.
Al estilo Bielsa
Paraguay sintió la presión y en el segundo tiempo salió decidido a llevarse la victoria. Benítez se demoró en un remate y Riveros se lo perdió de cabeza. Síntomas de que los albirrojos buscaban evitar alargue y penales. El DT Martino se decidió a mandar a la cancha a Haedo Valdez, tercer delantero junto a Barrios y Santa Cruz... El técnico argentino de Paraguay, apodado el “Tata”, fue discípulo de Bielsa y así lo demuestra: en cada paso, en cada táctica, en cada cambio.
Por el lado de Japón, Honda se quedó sin gasolina pero Kengo Nakamura entró inspirado y revolucionó el mediocampo. Aunque las situaciones de riesgo, siguieron escaseando…
Tanto que la prórroga pareció de otro partido, por lo menos en los primeros minutos, cuando hubo más chances que en los 90’ precedentes. Se lo perdieron Nakamura, en un arco y Barreto y Barrios, en el otro. Pero después se acordaron que estaban jugando unos octavos y volvieron a imponerse las defensas sólidas y el fútbol de marca. Todo listo para los penales.
Allí, en esa instancia, se falló apenas uno y por poquito. Pero es suficiente. El remate de Komano dio en el travesaño y se fue afuera. Fue el único penal que se erró. Y después llegó la sangre fría, helada, de “Tacuara” Cardozo que pateó el último penal como si estuviera en el patio de su casa. ¡Guaraní histórico!
El mundial se quedó sin asiáticos. Será cosa de europeos o sudamericanos. Y con un invitado estreno en los cuartos: esta Paraguay sólida, dura y férrea y que ahora, vaya ironía, festeja con lágrimas.
30 jun 2010
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