“¡Ghana, Ghana!” El grito retumba aunque sean minoría. Terminó el partido y la gente baila. Y el estadio parece ponerse en sintonía. Suena Bob Marley por los parlantes y entonces es el tiempo de la locura.
Cuanta alegría hay en estos ghaneses que hicieron más de 4,500 kilómetros para ver a su Selección. Valía la pena el esfuerzo por el viaje.
Nadie los para al ritmo del reggae jamaiquino. Y la fiesta se extiende hasta horas después de terminada la hazaña. EE.UU. se vuelve, los ghaneses disfrutan. Hasta dan ganas de bailar con ellos.
27 jun 2010
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