Mandela Square, un crisol de razas

Ir a recorrer o a comer a la zona conocida como Mandela Square, en el centro de Johannesburgo, se transforma en una verdadera travesía hacia una torre de Babel gastronómica. Allí, se encuentran los hinchas del mundo; allí la globalización eleva a su máxima expresión.


Se ve una mesa repleta de eslovacos, son como 20 y quisieron festejar allí la gran sorpresa del Mundial. Hablan a los gritos. A lado, y bien calladitos, una pareja de italianos, todos de azul, trata de pasar desapercibida. Pocas veces se ha visto a dos habitantes de la península tan silenciosos.

Con sus camaritas, los japoneses, agrandados por su clasificación, filman cada detalle de la estatua de Mandela, quien parece ver a todos desde arriba y disfrutar con ese crisol de razas a sus pies. Se cruzan hinchas argentinos y mexicanos, pero en paz: prometen ganarse mutuamente. Y un grupo de brasileños, todos de amarillo, le pone ritmo de batucada al lugar. Se ven también coreanos, ghaneses y chicas portuguesas que despiertan suspiros. Todos y todas, religiosamente, con sus camisetas. Y los griegos afirman que dan su último vistazo. Eliminados, ya están preparando sus maletas sin amargura. Se los ve sonrientes. ¿La procesión irá por dentro?

Un abanico de colores se pasea a diario por el lugar. Y, hasta ahora, no ha habido problemas, aunque sí algunos ebrios demorados enseguida por la seguridad del lugar.

Si no existieran los Mundiales habría que inventarlos sólo por esos momentos donde el mundo queda reducido a 100 metros cuadrados. Fantástico.
26 jun 2010

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