Un bus varado en Johannesburgo


Ciertas veces, el retorno de los estadios mundialistas rumbo el hotel, no son cosa fácil para los periodistas que están en el mundial. Justamente anoche fue una de esas veces. Cuando se había terminado la tarea en el centro de prensa, cuando quedaba casi nadie en los alrededores del estadio, cuando el frío de la madrugada se sentía cada vez más y cuando llegar a dormir era lo único que importaba…, empezaron los problemas.


El bus parece un refrigerador. Hace más frío adentro que afuera. De calefacción, ni hablar. Los transportes de la FIFA deberían salir a cada hora del estadio pero no siempre se cumple el horario. Como anoche. Y tras una larga espera… ahora sí en marcha.

En el bus hay colegas salvadoreños (Rodrigo y Salvador, el famoso “Ronco”), argentinos, venezolanos y coreanos que chatean y parecen aislados del mundo exterior. Pero también hay una imperfección mecánica que es cada vez más evidente. Tanto, que el bus se quedará en una esquina descampada de Johannesburgo y ya no arrancará más. A esperar el reemplazo con la luna como solitaria acompañante.

El conductor insulta en cada uno de los 11 idiomas oficiales de Sudáfrica y se baja del bus hablando por teléfono. Insólitamente, tampoco se lo verá más. Cuando pasados 40 minutos la decisión es bajar, lo encontraremos en una gasolinera cercana haciendo lo mismo que cuando salió del bus: hablando por celular… La única solución, entonces, es un taxi. Y hacia ella vamos. Pero no es fácil indicar la dirección exacta de del lugar, no hay rótulos en 5 km a la redonda. Al final, el carro llega y nos deja en el nunca tan esperado hotel. Son las 4 am. El partido había terminado exactamente 6 horas antes.

¿Y los coreanos? Seguían en el bus…, chateando, aislados del mundo exterior.
29 jun 2010

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