El cielo es Celeste

Todas las sensaciones en un segundo. Cuando esa pelota, picada por el Loco Abreu, cruza la línea de meta y le da a Uruguay la clasificación a semifinales, el cielo es más celeste que nunca. Esos jugadores que se abrazan a la distancia con todo el pequeño país de Sudamérica que se paralizó para verlos, el más chiquito de la región pero enorme de corazón, lloran de alegría. Y emociona a todos, hasta a los sudafricanos que estaban locos por Ghana. Se terminó. Uruguay está entre los mejores cuatro equipos del Mundo ¿Quién iba a decirlo?


Afuera del Mundial se quedó una digna Ghana, quizá sin merecerlo porque estuvo a punto de ganarlo en el último minuto del tiempo extra: pero la fortuna se ensañó con su mejor jugador, Asamoah Gyan, y ese penal que tuvo la posibilidad de cambiar la historia del fútbol del continente olvidado, se estrelló en el travesaño y se fue al cielo. Y el cielo, quedó dicho, ayer fue celeste furioso. En Montevideo, en Colonia, en La Paloma, en todo el territorio charrúa. Y también aquí, en Johannesburgo.

Fue un partido bárbaro, adentro y afuera del terreno de juego. En el campo, hubo de todo: se jugó al límite durante 120 minutos, con una vergüenza deportiva admirable. Y tuvo un dramatismo pocas veces visto. Afuera, también todo fue excelente: el 90 por ciento con los “Ghafana Ghafana” y ese puñado de uruguayos que todavía sigue festejando gritando y agradeciendo… Sí, al cielo.



Parejo y luchado



Antes de esa vibrante definición hubo un partido bien parejo. El primer tiempo se repartió el dominio casi en partes iguales. Con la única y gran diferencia del gol. Uruguay no lo encontró en su momento; Ghana no perdonó y se fue al descanso con el golazo de Muntari desde 30 metros, con ayuda del “efecto Jabulani”: la pelota se desvió en el aire y descolocó a Muslari.

Uruguay fue puro centro. Y algunos pasaron peligrosamente cerca del portero Kingson. Por momentos, Suárez y Forlán demostraron por qué son considerados en Sudáfrica una de las grandes duplas del Mundial. Y Kingson, personaje central del partido, hizo la única parada de cabeza de un portero en el campeonato. Fue ante un desvío en su compañero Mensah. Pasó el tiempo de Uruguay…

Y llegó el momento de Ghana, favorecido por la lesión de Diego Lugano, capitán y puntal de la defensa celeste quien debió abandonar el campo de juego después de que Asamoah se le cayó arriba de su rodilla. Tampoco estaba Godín, con molestias antes del partido. Las ausencias parecieron notarse más en ese lapso del partido. Así, Uruguay se vio presionado por los africanos que probaron con Borsah y Gyan. En varias respondió Muslera, pero nada pudo hacer ante el remate en comba de Muntari, el volante del Inter por primera vez titular en Ghana.



De locos

Forlán, con una importante ayuda de Kingson, puso el 1-1, a diez minutos de iniciado el segundo tiempo, en el que siguieron las emociones: Kingson fue inclasificable y se convirtió en el portero con más errores seguidos en el Mundial. Después del gol, falló en otras dos ocasiones. Pero después se recompuso y volvió a salvar a su equipo dos veces ante Luis Suárez. Un juego de locos.

El ida y vuelta final avisoraba inexorablemente el tiempo extra. Las ghaneses trataron de imponer sus mejores físicos. Los uruguayos dejaron la vida en cada pelota, haciendo honor a la garra charrúa. Así se llegó al segundo alargue del torneo.

En la prórroga, la arenga del maestro Tabárez influyó en el ánimo de sus jugadores. Sobraba corazón pero faltaban piernas. Lo que no decayó fue el ruido de las vuvuzelas, con mayor intensidad cuando Ghana se acercaba al área celeste.

Lo mejor estuvo en el final: con la presión ghanesa que bajaba de las tribunas y contagiaba a los jugadores, el equipo fue y apretó. Y puso a Uruguay contra su arco. Tanto, que no lo ganó de milagro. La última jugada tuvo todo lo que se necesita para amar al fútbol: pasión, rebelión, espectacularidad, tensión. La mano de Suárez en la línea pareció sentenciar a los uruguayos. Pero el penal de Gyan no entró...

Tenía otra chance Ghana, pero no la aprovechó. El Loco Abreu picó una pelota para la historia. Y desató la locura. El festejo es enorme: no puede ser menos: ¡Uruguay semifinalista! Y los jugadores miran al cielo: “Gracias por tanto celeste”.
3 jul 2010

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