Paliza alemana

Alemania fue un equipo en serio. Argentina, una suma de individualidades que casi nunca pudo encajar. Y ahí estuvo la diferencia: fue una paliza histórica para los argentinos que se vuelven a ir de un Mundial en cuartos de final. Fue la peor despedida para dos personajes centrales de Sudáfrica 2010 como Messi y Maradona. En cambio, para Alemania queda la certeza que, además de ser semifinalistas, es un equipo compacto, sólido y efectivo como ningún otro en este Mundial. Y que ayer mostró su mejor versión. Jugó el partido perfecto.

Ni Maradona ni Messi estuvieron en este inesperado final gaucho a la altura de unos cuartos de final de un Mundial. Leo nunca logró desequilibrar con su gambeta a la férrea defensa rival y se excedió en el individualismo, aunque es cierto que tuvo poca compañía. Diego no encontró la respuesta ante un rival que le manejó el partido a su antojo en el aspecto táctico y cuyos jugadores nunca perdieron el orden.

El partido empezó con un regalo, que sería determinante en el trámite del juego: Otamendi se “durmió” en un centro, Romero volvió a mostrarse inseguro y Müller facturó. Tanto se había hablado de la peligrosidad de este jugador en el Mundial, que la defensa argentina hizo todo lo contrario a lo esperado: lo dejó cabecear sin problemas para poner el 1-0. Casi desde el vestuario.

Desde ese minuto hasta el final, fue dominio puro y exclusivo de Alemania. Quizá no tenga un jugador brillante pero sí tiene varios hombres desequilibrantes que marcan y juegan en el momento justo: Schweistenger, Oezil y Podolski movieron con maestría los hilos en el mediocampo. Arriba, Klose y Müller fueron dos bombarderos implacables. Y abajo, firme, sólido, seguro. Demasiado para Argentina.



Argentina, una sombra; Alemania, una máquina



El equipo de Maradona fue una sombra del que supo ser en la primera fase. Claro, este rival fue el primer contrincante serio que le tocó en el Mundial. Messi, encerrado siempre por dos o tres alemanes, pocas veces pudo imponer su brillo y se excedió en el desgaste personal, entrando en el juego propuesto por la defensa rival. Tévez es un canto al coraje pero esta vez chocó demasiado contra los defensores. Y siempre perdió. Ayer, el Pipita Higuaín no fue ese jugador temible de área y certero definidor y las pocas pelotas que le llegaron no. Di María redondeó un irregular Mundial, jugando como siempre: insinuando muchos más de lo que finalmente concretó.

En ese contexto, fueron llegando los goles germanos, también ayudados por una defensa que fue el punto débil de Maradona durante el torneo… y en el partido de ayer, mucho más. Alemania aprovechó bien los laterales (Otamendi y Heinze, muy mal) y por los costados se hizo un festín.

Bien parado tácticamente y con una precisión impresionante en los pases, sus jugadores nunca hicieron una de más. Ni un amague, ni una gambeta, ni un regate en falso. Siempre criterioso y certero.

Curiosamente cuando más apretó Argentina y logró hilvanar un par de jugadas con remates siempre bien respondidos por Neuer, fue cuando llegó el segundo gol alemán, tras un gran pase de Müller desde el piso, fenomenal jugada de Podoski y definición de Klose.

Después del segundo gol, Argentina fue, con garra y corazón, a la desesperada. A matar o morir. Y fue morir. Porque las variantes (ingresaron Agüero y Pastore) para ir por la hazaña desmanteló al equipo atrás. Y eso con esta Alemania, es sinónimo de suicidio.

Alemania pareció jugar otro juego que Argentina. Cuando los gauchos chocaban contra la defensa, los alemanes armaban una contra letal. Así llegaron el tercero y el cuarto, de Klose, que está a uno de alcanzar a Ronaldo como goleador histórico en los Mundiales. En una Copa ya sin Messi, Cristiano, Kaká ni Rooney, parece el Mundial de estos letales alemanes que nadie tenía en cuenta: Podolski, Ozil, Müller, Klose… Si juegan como ayer, no habrá rival capaz de pararlos.

4 jul 2010

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